La elección del tratamiento en enfermedad de Hodgkin depende del correcto establecimiento de la fase en la cual se encuentra el paciente cuando se hace el diagnóstico. Hoy en día, no cabe discusión en cuanto a la utilidad de la radioterapia radical a todas las áreas ganglionares en estadios I y II, y IIIA. Es posible que algún paciente en estadio IIB pueda obtener beneficio adicional para moderar sus síntomas sistémicos si al tratamiento radiante se asocia, al comienzo de la administración de un agente citostático, pero aún así, la terapia primaria, de elección, sigue siendo radioterapia. En pacientes en que se demuestre estadio IV no es posible pensar en la aplicación de radioterapia con fines con fines curativos, y en ellos, por tanto, es necesario emplear quimioterapia como tratamiento de elección; ocasionalmente habrá necesidad de irradiar ciertas áreas en estos pacientes, como cuando quedan masas ganglionares voluminosas después de otras manifestaciones de la enfermedad han cedido a la quimioterapia, o cuando hay compresión de médula espinal o raíces nerviosas, o dolor por destrucción ósea en el paciente que llega con indicaciones para quimioterapia y cuya médula se encuentra seriamente comprometida por invasión tumoral o por tratamientos anteriores, ya no se justifica ensayar medicamentos aislados. Debe dárseles tratamiento combinado, preferentemente con el esquema que hoy se conoce con las siglas MOPP. Los pacientes que no responden al esquema MOPP son, en general los más jóvenes, con enfermedad asintomática u oligo sintomática, y que no han recibido tratamientos previos con radiación u otras drogas. No existe indicación para el empleo de citostáticos por vía intracavitaria en los derrames pleurales causados por esta enfermedad. Cuando no son originados por grandes masas mediastínicas, en cuyo caso el manejo es por medio de radiaciones, la mejor terapéutica es el drenaje seguido por quimioterapia.