Uno de los aportes más prácticos y útiles que ha dado la biología y la medicina experimental en los últimos tiempos, ha sido el desarrollo y perfeccionamiento de métodos capaces de mantener “in vitro” órganos, tejidos y células aisladas de organismos animales y vegetales.
Desde el punto de vista experimental, la gran ventaja es el poder hacer los diferentes estudios funcionales y de interacción celular, donde se evita la influencia del complejo organizado del cual formaba parte ese sistema o esa unidad. Claudio Bernard en 1878, señala y hace énfasis en la importancia del medio interno como regulador de las actividades del tejido vivo, “ya que el ambiente va a actuar a su vez sobre los tejidos mismos para regular su actividad”. De esa forma, se pone de manifiesto la necesidad de crear y de perfeccionar un sistema experimental, artificial, en el cual, la acción del medio ambiente se más moldeable.
El resultado de todos los trabajos sobre el cultivo de tejidos y células ha sido el establecimiento de procedimientos y técnicas para el estudio, comprensión y resolución de diferentes problemas biológicos. Las células en cultivo deben ser fundamentalmente la base de los estudios fisiológicos, patológicos y farmacológicos, como el medio más asequible y depurado con que cuenta hoy en día el investigador de esos campos.