El objetivo del tratamiento en la leucemia mielocítica crónica es reducir la masa granulocitica hipertrofiada y con esto, se disminuye todos los síntomas secundarios a dicha hipertrofia (disminución de la esplenomegalia y de la leucocitosis, regresión de la anemia, mejoría de los síntomas de hipermetabolismo). El bisulfan es el quimioterápico de elección, se ha usado desde 1950 y existe suficiente experiencia para valorar sus resultados. Sus efectos tóxicos consisten en hipoplasia medular, pigmentación cutánea, amenorrea y efectos teratogénicos y fibrosis pulmonar difusa. La hydroxyurea ha dado buen resultado en los casos resistentes al bilsulfan. Se comenzó a usar en 1963, por lo tanto, no existe casuística suficiente para reportar su efectividad y compararla con los otros quimioterápicos. En pacientes resistentes al myleran puede observarse que un 50 % responden a la hydroxyurea. El didromo-manitol, se usa desde 1964 en casos de leucemia mielocítica crónica resistentes al bisulfan, provoca un descenso muy rápido de los glóbulos blancos pero a la vez el recuento de glóbulos blancos se eleva rápidamente cuando se suspende la droga. La radioterapia esplénica como tratamiento de leucemia mielocítica crónica ha sido usada por mucho tiempo, sin embargo la sobrevida y el porcentaje de remisión de los casos con este tratamiento, son menores que con el bisulfan. Todas las drogas que se usan como mielosupresoras requieren de un periodo prolongado (10 a 21 semanas) para iniciar sus efectos, sobre la masa roja, por lo cual, el tratamiento de los pacientes se comienza siempre con flebotomías para descender rápidamente los niveles de hemoglobina y del hematocrito. Y se asocia la quimioterapia para mantenerlos en valores normales.