Cuando hace 50 años, Caracas era una ciudad de techos rojos y sin edificaciones, a la muerte de Juan Vicente Gómez, el entonces Ministerio de Salubridad, Agricultura y Asistencia Social dió paso al hoy Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, siendo su primer ministro el Dr. Enrique Tejera. En ese mismo instante fue fundado el Instituto Anticanceroso Luís Razetti, haciendo honor a uno de los más eminentes cirujanos en la historia médica nacional y pionero en la lucha contra el cáncer quien, como ejemplo, hizo la primera laringectomía en Venezuela. Honra al Oncológico llevar aún su nombre.
Inicia sus funciones el Instituto Oncológico Luís Razetti en una vieja casa situada de Cruz de La Vega a Palo Grande, con un Laboratorio de Fisioterapia y Radiaciones, añadiéndole luego un Servicio de Cirugía. Sigue su marcha con la incorporación del Dr. Bernardo Guzmán Blanco, quien comienza sus actividades fundando la Residencia en Oncología con los conocimientos traídos del Memorial Center de Nueva York y, cambiándole el nombre por el de Instituto de Oncología Luís Razetti, que abarca, no solo el cáncer, sino también, tumores benignos y lesiones precancerosas. Rodeados de un grupo de médicos especializados en el Norte, empiezan los enfrentamientos entre la escuela tradicional, y la nueva escuela que surgía, la norteamericana, dando motivo al éxodo de los fundadores. Guzmán Blanco se da la tarea de reconstruir los cuadros humanos del maltrecho Oncológico, y egresan los primeros residentes cirujanos oncólogos formados en el propio Instituto. Con la presencia de trabajos científicos, reconocidos positivamente tanto a nivel nacional como internacional, la Residencia del Oncológico cobra cada vez mayor prestigio.
Se decreta la construcción de la Av. San Martín y la vieja casa del Oncológico es derrumbada, trasladándose los enfermos y el personal a un ala del hospital Herrera Vegas del Algodonal entre los años 55 y 56. Al cabo de un año, el entonces Ministro Gutiérrez Alfaro, decidió mudar la sede a la vieja Escuela de las Enfermeras en Cotiza, donde estamos todavía, 30 años después. A raíz de la prematura muerte de este insigne cirujano, forjador de generaciones, nace la Sociedad Médica Bernardo Guzmán Blanco, cuyo nombre honra esta Sociedad y, a quien hemos aprendido a admirar y venerar, los que tuvieron la fortuna de conocerlo, y quienes, por desdicha, no lo conocimos.
La formación del personal logró ampliarse mediante cursos de postgrado en Anatomía Patológica y Radioterapia, haciendo al Oncológico una gran adquisición con el ingreso al mismo, del Dr. Raúl Vera Vera, quien trasformó la radioterapia en el país.
Para este momento muchos de los que fueron nuestros maestros en este momento no están. Algunos han fallecido, otros han ido a otros frentes de lucha a engrandecer la medicina nacional, el resto permanece dentro de las paredes de nuestro viejo hospital enseñándonos, todos los días, procedimientos, principios y deberes, que constituyen la esencia de nuestro Instituto. A todos ellos, nuestro eterno agradecimiento.
De nuestros condiscípulos nos sentimos orgullosos, pues han sabido llevar a todos los niveles académicos, institucionales y, en sus sitios de trabajo diario, las enseñanzas de nuestros maestros.
De nuestros discípulos, el agradecimiento de quien les ha enseñado algo, y que, han sabido día a día superarse, en beneficio de la Institución y de la Patria.
En el Oncológico hemos aprendido que, cuando no podemos curar, debemos consolar. Todo ello de acuerdo con aquel precepto bíblico de amar al prójimo como a nosotros mismos, es por ello la catedral de nuestra vida médica.
En toda esta gran familia que constituye el Instituto Oncológico, he aprendido a reconocer de nuevo a mis padres, tíos, hermanos e hijos. Para recordar las palabras de mi padre y mi tío, Drs. Esteban Garriga Michelena y Lisandro López Herrera, en la conmemoración de los 40 años del Oncológico “entre lagrimas, risas, esfuerzos y sinsabores, se han ido 50 años”…
Cuando hace 27 meses fuimos llamados a formar parte de la Junta Directiva de la Sociedad Médica Bernardo Guzmán Blanco, el Oncológico, se desmembraba como los enfermos terminales de las enfermedades que tratamos. En ese mismo instante, empezó una lucha de todos para modificar las estructuras fundamentales de nuestro viejo hospital que tanto nos ha dado y nos sigue dando, a él, debemos nuestra experiencia, posición, prestigio, etc., y como hijos agradecidos imbuidos en este sentimiento, estamos en la labor de retribuirle con nuestra incansable lucha para obtener una nueva sede digna de este pequeño gigante, que tanto ha significado, significa y significará, tanto para la vida nacional, como para los cancerosos indigentes del país, aún cuando la publicidad ha hecho que nos confunda. Creemos, tal vez con optimismo, que la situación ha cambiado o esta cambiando. En este momento el enfermo que se recupera necesita la ayuda de nuestros maestros, condiscípulos y discípulos para su recuperación definitiva.
En el transcurso de nuestras luchas por obtener la nueva sede, nos tropezamos con personas de gran calidad humana y sensibilidad social, quienes con su apoyo y solidaridad nos han ayudado. Es justo reconocer y manifestar nuestro agradecimiento al Ciudadano y Presidente de la República, al Ministro de Sanidad y Asistencia Social, al Ministerio de Desarrollo Urbano, a los Jefes de las Fracciones Parlamentarias de los Partidos Políticos, a las Comisiones de Asuntos Sociales, Finanzas y a la Sub-comisión de Salud del Congreso Nacional; al director de Oncología del Ministerio de Sanidad, a numerosos senadores y a diputados y a muchas otras personas que sería largo mencionar.
Con la meta de una lucha justa hemos logrado obtener una parcela de 6000 m2, situada a 130 metros de las instalaciones del Hospital del Este, Dr. Domingo Luciani, para la construcción de la nueva sede de nuestro Instituto. Es de hacer notar que el hospital tiene capacidad para 600 camas, cuenta con una infraestructura de agua, energía electrica, etc., y esta dotado de equipos de alta tecnología para el diagnóstico y tratamiento de cáncer que van hacer sub-utilizados. En este sentido hemos llegado a un acuerdo con las autoridades de Sanidad, Mindur y el IVSS, para la utilización de ciertos servicios por parte del Oncológico, una vez construida la nueva sede, así como los médicos de las 2 instituciones que van a trasladarse dependientes de Sanidad y del Seguro Social, lográndose con ellos una integración de servicios, a nivel local y nacional, de oncología, lo que en definitiva, es el Servicio Nacional de Salud, así como, la inclusión de la Dirección de Oncología del Ministerio de Sanidad y la Unidad de Hematología Oncológica para conformar el Instituto Nacional del Cáncer.
Queremos significar, a la vez que este cuerpo médico estará vigilante de la ejecución de las obras en el tiempo previsto por las autoridades de Sanidad y Mindur, que será aproximadamente 30 meses.
No puedo dejar de mencionar en este acto a la Sociedad de Amigos del Instituto Oncológico, honorable desconocida con quien hemos trabajado unidos en la consecución de estos logros. Apelamos a la conciencia de este distinguido auditorio médico y quienes sin ser médicos nos acompañan y hacen el honor de escucharnos, para que se realice una labor social divulgativa de altura a la colectividad, a fin de que, sepan apreciar la labor de esta hermosa fundación sin fines de lucro y cuyo objetivo fundamental es ayudar a los enfermos indigentes del cáncer. La lucha de todos, desde este momento, es engrandecer a la SAIO para que así pueda cumplir con sus hermosos objetivos.
Siendo el cáncer, actualmente, la segunda causa de muerte en el país, el Instituto Oncológico Luís Razetti necesita apoyo de esta sociedad. No pretendemos con esto disminuir la responsabilidad del estado venezolano, que a fin de cuenta es a quien le compete dicha responsabilidad, por lo tanto, no estaremos conforme solo con la obtención de la nueva sede para el Instituto, sino que estaremos vigilantes para lograr su buen funcionamiento, mística y disciplina y, bajo ningún respecto, permitiremos deterioro ni física ni moralmente. Por ello, el Estado debe tomar conciencia de que es la primera prioridad para la salud de la población venezolana, no cuidar el significativo papel que le corresponde.
Quiero expresar mi gratitud a mis compañeros de directiva, a los integrantes del Comité Científico y del Comité Coordinador, quienes han sido pilares fundamentales en todas esas luchas, ya que sin su ayuda hubiera sido imposible, llevarlas a cabo.
Por último, quiero dar gracias al Creador, supremo hacedor de las cosas, por haberme permitido presidir la Sociedad Médica Bernardo Guzmán Blanco, en el quincuagésimo aniversario del Instituto Oncológico Luís Razetti y en este Reencuentro Nacional de Egresados y suplicarles nos ayude a todos en la consecución de las metas que hemos trazado.