Desde que los sumerios hace 7 000 años comenzaron una especie de escritura sobre barro, los egipcios hace 4 500 años inventaron los papiros para escritura, y los fenicios el primer alfabeto conocido, la humanidad ha utilizado la palabra escrita. Quizás una de las invenciones más trascendentales en la historia del hombre que revolucionó el conocimiento y logró su difusión masiva, fue la imprenta, inventada por el alemán J Gutenberg en el año de 1438. Con ella el libro logra afianzarse como la herramienta más importante para adquirir el conocimiento universal.
En el área médica uno de los primeros registros fue el de Hipócrates, 500 años AC, sumamente descriptivo de las enfermedades y síntomas de los pacientes. Este registro fue evolucionando hasta el año de 1670 en donde la Academia Imperial Alemana Leopoldino-Carolíngea de investigaciones naturalistas, publicó la más antigua revista técnica que se conoce: Miscellanea Curiosa Médico-Physica que apareció anualmente hasta 1791. Bajo el reinado de Luis XIV de Francia “el rey sol” el médico de su corte Nicolás De Blégny publicó la primera revista médica no redactada en latín: “Les Nouvelles Découvertes Sur Toutes Les Parties De La Médicine” aparecía primero dos veces al mes y luego semanalmente, llegando a ser considerado como el semanario médico de la actualidad, esta es la primera publicación médica que contenía anuncios de medicinas y farmacia, también una columna con los acontecimientos del mundo médico.
En Venezuela la cita bibliográfica más antigua corresponde a 1826 al Dr. José María Vargas “Epítome sobre la vacuna” impresa por Devisme Hermanos. La Gaceta Médica órgano oficial de la Academia Nacional de Medicina y del Colegio Venezolano de Ciencias Médicas, fue fundada el 13 de marzo de 1893 por el Dr. Luis Razetti y su primer número se publicó el 15 de abril de 1893, aún continua publicándose, siendo la revista más antigua del país.
Desde entonces las publicaciones biomédicas periódicas han representado la forma de dar a conocer las experiencias clínicas, aportes docentes y recopilar la producción científica nacional. El panorama de las publicaciones periódicas, ha cambiado radicalmente en solo cuatro años. Si a principios de 1995 apenas un puñado de revistas de biomedicina ofrecía algún contenido en Internet y dos años después seguían siendo poco numerosas las que mostraban artículos con texto completo y gráficos, actualmente no hay revista que se precie que no disponga de una versión Web. En muchos casos la edición electrónica amplía los contenidos de la edición en papel y ofrece otros servicios suplementarios que sólo tienen sentido o son realizables, gracias a las posibilidades del nuevo medio de comunicación, en la mayoría de los casos es una versión igual al medio impreso.
En los últimos años, dados los avances en la tecnología de la información: Internet y Web, hemos visto la aparición de las versiones digitales de revistas y libros médicos, que complementan las versiones impresas, con nueva información, pero que no han llegado a desplazarlas; esto es motivo de incertidumbre en la industria de las publicaciones y las grandes editoriales médicas debaten el camino a seguir.
La utilización universal de computadoras personales portátiles, cada vez más rápidas y sin cables, que permiten desde numerosos sitios la instantánea disponibilidad de la información en cualquier parte del mundo y de manera gratuita, es una gran ventaja a favor de las publicaciones digitales. Las estadísticas demuestran que en los últimos años los libros de textos médicos, accesibles gratuitamente por Internet, son leídos diez veces más que los impresos.
El nuevo medio está repleto de posibilidades al poner al alcance del lector y en su propia mesa de trabajo el hipertexto. Con los enlaces hipertextuales es posible saltar no sólo del título de un artículo a su resumen, como permitían las bases de datos tradicionales, sino al artículo completo, incluyendo los gráficos y las referencias.
El mayor problema que se plantea al buscar información es precisamente la sobreabundancia de ella, aparentemente acrecentado ahora por la mayor visibilidad de la literatura médica que brinda Internet. La necesidad más perentoria de los consumidores de literatura médica sigue siendo distinguir lo importante de lo accesorio, lograr obtener información cierta y no “chatarra”, tener páginas Web con respaldo científico e información basada en evidencia, tanto para los especialistas como para los pacientes.
La era de las revistas biomédicas digitales se encuentra en su etapa de crecimiento, actualmente quedan muchos obstáculos por vencer y políticas por establecer, que resguarden la integridad de la información, los derechos de autores, editores, el arbitraje, y la revisión y cotejo de los artículos. Habrá algunos esfuerzos por hacer más en el campo del contenido electrónico, que en el impreso; mientras tanto la creatividad humana expresada en palabras, sigue siendo altamente valorada y permanece estable en los dos formatos.
Después de varios cientos de años de tener asociadas las ideas de “libro” y “papel”, la humanidad enfrenta en su mente un cambio sustancial, se deben separar ideas y tomar conciencia que una nueva manera de publicación está en transición; aún así tenemos preguntas sin contestar ¿Llegará el día en que lo digital desplace lo impreso? ¿Un libro o revista sin papel? Pensamos que nunca será sustituido el medio impreso, los dos formatos pueden complementarse, la generación del futuro esa que nació en la era llamada digital, será la que tenga en sus manos decidir: el leer en pantalla o en papel.
Para aquellos que rinden culto a la palabra impresa y para los usuarios tecnológicos, es oportuno darles una reflexión, para ello, me permito citar a Jorge Luis Borges quien decía: “Qué otros se jacten de las páginas que han escrito, a mí me enorgullecen las que he leído”.