En las últimas décadas se han producido cambios de paradigma en el tratamiento del cáncer de mama  gracias al cambio de subgrupos de CM fenotípico a moleculares intrínsecos, desde los primeros trabajos de Perou y col., quienes resaltaron la importancia de la firma genética extraordinariamente específica de cada tumor que afecta el comportamiento neoplásico en términos decrecimiento, agresión ,propensión a hacer metástasis y ,en última instancia, el pronóstico.

Este conocimiento ha propiciado la introducción de nuevos protocolos de tratamiento y ahora es crucial individualizar la terapia de acuerdo con el estado de los biomarcadores del tumor y receptores hormonales, según las recomendaciones de la Sociedad Americana de Oncología clínica.

Dentro de los biomarcadores identificados en la inmunohistoquímica se encuentra el ki67, conocido no solo por su utilidad, sino por la controversia que ha ofrecido su uso e interpretación durante muchos años.